EL COLEGIO DE BOYACÁ
Esta obra ha sido editada con La colaboración de la Asociación de Padres de Familia de Primaria y Pre-escolar del Colegio de Boyacá, con el aporte intelectual del Dr. Javier Ocampo López, Presidente de la Academia Boyacense de Historia.
FUNDACIÓN DEL COLEGIO DE BOYACÁ
El día 17 de mayo del año 1822, el Vicepresidente de la República, el General Francisco de Paula Santander, encargado del poder ejecutivo, expidió el Decreto Nacional N° 055 por el cual se creó el COLEGIO DE BOYACÁ. Así dice el artículo:
1°: “se establece en la ciudad de Tunja, capital del Departamento de Boyacá, un colegio donde se eduque la juventud bajo las reglas que prescribirá el gobierno, y con el nombre de COLEGIO DE BOYACÁ. Una institución educativa de carácter oficial y pública, con una filosofía republicana para la educación de la juventud. Este Decreto fue firmado por el Vicepresidente Francisco de Paula Santander, “El Hombre de las Leyes”, y por el Secretario del Interior, José Manuel Restrepo. Con el Colegio de Boyacá se inició la Educación pública en Colombia
LA SOLEMNE INAUGURACIÓN OFICIAL
El día 20 de octubre del año 1822 se instaló oficialmente el Colegio de Boyacá en el Convento de San Agustín de Tunja, en la capilla interior del edificio, donde hoy funciona la Biblioteca “Alfonso Patiño Rosselli” del Banco de la República, con una solemne función religiosa y un sermón de iniciación de estudios, que pronunció el franciscano Fray Francisco Florido, quien era párroco de Ramiriquí. Dicho religioso elogió al gobierno republicano por su consagración en favor de la educación.
Así dice el Documento que se dirigió al Señor Vicepresidente Francisco de Paula Santander, el cual se publicó en la primera página de la “Gaceta de Colombia”, N° 57 del domingo 17 de noviembre de 1822: Educación Pública. República de Colombia. Intendencia Departamental de Boyacá. Tunja, 20 de octubre de 1822. Excmo. Sr. Hoy se ha logrado la instalación del Colegio de Boyacá en la capital del departamento de este nombre: una solemne función religiosa en la capilla interior del edificio, es la que ha dado principio; y una oración pronunciada por el reverendo padre Fray Francisco Florido, por este religioso a quien a competencia se muestran el saber, la virtud, la elocuencia y patriotismo, ha sido uno de los objetos que mas han excitado la atención del público, y hecho conocer las ventajas tan laudable establecimiento. Tal vez acompañará a este informe una copia de tan adecuado discurso”. El asesor encargado de la intendencia. Francisco Soto.
EL PRIMER RECTOR
El Vice-Presidente Santander nombró como su primer Rector al franciscano Fray José Antonio Cháves (1787-1856), natural de Puente Nacional, quien era el guardián y el predicador oficial del Convento de los Franciscanos de Tunja; y el primer Director de la Escuela Lancasteriana de Tunja para la educación primaria, la cual funcionaba anexa a dicho convento. Inicialmente había sido nombrado como Rector el presbítero Dr. José María Ramírez del Fierro, cura de Pueblo Viejo, mediante el Decreto del 5 de septiembre de 1822; sin embargo, este clérigo no aceptó, por lo cual se nombró como Rector en propiedad, al franciscano Cháves. El nombramiento de Rector lo hizo directamente el Gobierno Nacional,
a través del Vicepresidente Santander.
Los nombramientos de vicerrector, pasante y capellán, los hizo el gobierno mediante propuesta del Intendente de Boyacá. Los nombramientos de los catedráticos se hicieron directamente a través
del Intendente, después de obtener el triunfo en el examen de oposición o “Tremenda”. Fray José Antonio Cháves dirigió el Colegio de Boyacá, inicialmente en los años 1822 y 1823, nombrado por el Vicepresidente Santander. Posteriormente dirigió el Colegio en los años 1826 y 1827. El Libertador Simón Bolívar, mediante el Decreto del 5 de enero de 1828 lo nombró catedrático de la Universidad de Boyacá para las cátedras de Fundamentos de la Religión, Lugares teológicos, Estudios apologéticos de la Religión, Sagrada Escritura, e instituciones de teología dogmática y moral. En 1830 fue aclamado Superior del Convento Máximo de Bogotá y posteriormente en 1833 fue elegido Ministro Provincial. El 24 de mayo de 1834 fue elegido Obispo Auxiliar de Bogotá para Casanare, iniciando su labor en Labranzagrande; renunció en 1837. En los últimos años se retiró a Puente Nacional, su ciudad natal. Murió en Bogotá el 3 de marzo de 1856.
LA SELECCIÓN DE LOS PRIMEROS PROFESORES
Para llegar a ser Profesor del Colegio de Boyacá se requería hacer “la oposición” a la cátedra en una llamada “Tremenda”, ante un jurado calificador, integrado por el Rector del Colegio y el Asesor de Intendencia; también asistían miembros del Ayuntamiento de Tunja y algunos vecinos principales. Los días 24 y 25 de septiembre de 1822 hicieron su tremenda los opositores a la cátedra de gramática latina y castellana, los profesores Mariano Larrota y Juan Sáenz de Sampelayo. Los calificadores del acto hicieron elogio de la inteligencia de ambos, pero seleccionaron a Sáenz de Sampelayo, quien fue nombrado catedrático de dicha asignatura. Durante los días 16 y 17 de octubre hicieron las oposiciones para la escuela de Filosofía y Matemáticas. Se presentaron Sáenz y el médico Juan Gualberto Gutiérrez. Sáenz sostuvo esta proposición: “La felicidad del hombre no puede consistir en cosas incompatibles con la naturaleza de su ser”.
Por su parte Juan Gualberto Gutiérrez defendió que “la evidencia es el origen necesario de la virtud, así como la ignorancia lo es precisamente del vicio”. En la defensa obtuvo el mayor puntaje el Dr.Gutiérrez, quien fue nombrado
Profesor de Filosofía.
LOS PRIMEROS ALUMNOS.
El día 21 de octubre iniciaron sus primeras clases en el Colegio de Boyacá los primeros 30 alumnos. 12 jóvenes recibieron la clase de Gramática Latina y Castellana, orientados por el Profesor Juan Sáenz de Sampelayo. Los otros 18 jóvenes recibieron la clase de Filosofía, orientados por el Dr.Juan Gualberto Gutiérrez. Todos los alumnos del Colegio de Boyacá eran internos. Se levantaban a las 6 de la mañana, desayunaban a las 7 a.m.; almorzaban a la 1 de la tarde y comían a las 6 y media de la tarde. El Horario de estudios era el siguiente en los días ordinarios: de 8 a 9 de la mañana, una hora de estudio colectivo para todos bajo la vigilancia del Vicerrector. De 9 a 12 de la mañana, los catedráticos dictaban sus respectivas clases, especialmente las teóricas. Por la tarde, de 3 a 5 p.m., dictaban las clases prácticas. Por la noche, de 7 a 8 y media, los estudiantes y profesores escuchaban conferencias, especialmente los días lunes y jueves, o estudiaban en los cuartos. A las nueve y media de la noche todos debían estar en sus dormitorios, con mucho silencio.
EL PRIMER UNIFORME DE LOS ESTUDIANTES
Era una levita de paño larga hasta la mitad de la pierna; media, calzón y pañuelo negro, sombrero redondo negro con escarapela nacional, y sobre los hombros una beca de paño de color grana. En el pecho se colocaba un escudo de armas de la república y alrededor del escudo el nombre del Colegio de Boyacá, después del de la República. Con este uniforme asistían a la misa todos los domingos y días de fiesta. El color rojo grana fue el escogido para el Colegio de Boyacá; el color amarillo fue seleccionado para los otros Colegios santanderinos.
LA ESCUELA LANCASTERINA
Anexa al Colegio de Boyacá. En Tunja se creó una Escuela Lancasteriana, la cual fue dirigida inicialmente por Fray José Antonio Cháves y estaba adscrita al Convento de los Franciscanos. Cuando se creó el Colegio de Boyacá, dicha escuela fue anexada a la institución santanderina. Era una educación con un sistema monitorial, por el cual, el maestro enseñaba a los monitores, y éstos a sus alumnos que se dividían en pequeños grupos. Tenía un severo sistema de castigos y premios, que con el tiempo hizo célebre la frase que se le asignó al método Lancasteriano: “La letra con sangre entra y la labor con dolor”. Se buscaba dar educación a la mayoría de la población con escasos recursos.
Solucionar los problemas del analfabetismo masivo y la escasez de maestros. Fueron 60 niños los primeros alumnos de la Escuela Lancasteriana del Colegio de Boyacá. Lo anterior señala que el total de alumnos del primer claustro santanderino fueron inicialmente Noventa, de los cuales 60 niños eran de la escuela lancasteriana y 30 jóvenes de segunda enseñanza en el Bachillerato del Colegio de Boyacá.
El SANTO PATRONO DEL COLEGIO DE BOYACÁ
En el año 1824 fue escogido oficialmente San Francisco de Paula como Santo Patrono del Colegio de Boyacá. Este religioso italiano (1416-1507), de la Orden de San Francisco, tenía fama de taumaturgo. Su fiesta religiosa es el 2 de abril.
Se escogió su nombre porque corresponde también al nombre del fundador del Colegio de Boyacá, el General Francisco de Paula Santander. Desde entonces se hacía la fiesta anual al santo patrono, a expensas del Colegio. El Claustro también ha tenido su devoción a San Pedro Claver por la tradición de que estuvo en el antiguo Convento de los Jesuitas, hoy la sede central. En 1614,en su año de probación, antes de su acción misionera con los negros esclavos en Cartagena de Indias.
EL PRIMER CAPELLÁN
Fue nombrado en el Colegio de Boyacá fue el Padre franciscano Fray Rafael Serrano. El último Capellán nombrado en el siglo XX, fue el Padre Nepomuceno León Leal, actualmente Canónigo de la Catedral de Tunja.
El PRIMER EDIFICIO
DE ACTIVIDADES ACADÉMICAS Y ADMINISTRATIVAS
El gobierno nacional asignó oficialmente el Convento de los Agustinos de Tunja, para el funcionamiento de las actividades académicas y administrativas del Colegio de Boyacá. Así dice el artículo 2° del Decreto 055 del 17 de mayo de 1822: “El convento de los Agustinos Calzados será la Casa de Educación, trasladándose los religiosos que hubiere, al Convento suprimido del Topo”. En dicho lugar se ubicó el cercado de Quimuinza, sede del Cacicato de los Zaques; allí llegó por primera vez el descubridor de Tunja, el Licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada con su hueste hispánica. Inicialmente la Comunidad de los Dominicos fundó su primer Convento y templo en el año 1551; su primer prior fue Fray Francisco López Camacho acompañado por siete Padres Dominicos, quienes recorrieron los pueblos de la Provincia de Tunja, evangelizando a los indígenas y estableciendo las primeras doctrinas. En el año 1559 los Dominicos se trasladaron a las casas donadas por el conquistador Arias Maldonado, en donde hoy se encuentra dicho Convento, el Templo de Santo Domingo, la Universidad de Santo Tomás y la Policía Nacional.
LOS AGUSTINOS EN EL HISTÓRICO CLAUSTRO
La Comunidad de los Agustinos inició la construcción del convento en el año 1578, siendo Prior Fray Luis de Quesada. Para la construcción total se adquirieron los solares contiguos que pertenecían al conquistador Don Alonso Maldonado.
La obra fue terminada en el año 1659, en un área de 132 metros de ancho por 118 de profundidad. Los Agustinos estuvieron allí hasta 1821 cuando la Ley de Educación ordenó cerrar los conventos con menos de ocho religiosos, entre ellos, el de Tunja, cuyas instalaciones pasaron a propiedad del Colegio de Boyacá en el año 1822.
LA ADAPTACIÓN DEL CONVENTO PARA EL COLEGIO DE BOYACÁ
Los arreglos fueron dirigidos por el Intendente, General Pedro Fortoul y por Don Luis Caicedo. Se adaptaron habitaciones para 100 colegiales; piezas grandes y espaciosas para el Rector, Vicerrector, Profesores y el Capellán. Una sala de 150 varas cuadradas para las funciones literarias privadas; otra para Biblioteca; otra para la secretaría y las salas especiales para la Escuela Lancasteriana. El comedor o refectorio, la capilla interior y los salones de clase para las aulas de gramática y filosofía eran muy espaciosos.
EL PRIMER RÉGIMEN ACADÉMICO
En el Decreto de creación se estableció que el régimen interior del Colegio de Boyacá sería el mismo del Colegio Seminario de San Bartolomé de Bogotá, “hasta tanto que un plan general lo varíe”. Se suprimieron las escuelas públicas de primeras letras que tenían en Tunja los conventos de Santo Domingo, San Francisco y San Agustín. Asimismo, las cátedras de latinidad y otras de carácter público que tuvieran dichos conventos. Se suspendió todo pago que para algunas de ellas hacía la tesorería nacional.
DESARROLLO DE LAS MATERIAS DE ESTUDIO
Se enseñó la Gramática castellana y latina, durante tres horas en la mañana de 9 a 12 a.m.; y por la tarde una hora de 3 a 4 p.m. El catedrático de Filosofía enseñó el primer año Dialéctica por Condillac y Heinnecio; Aritmética, Álgebra y Geometría por Besout y Bariban; Teología natural, Derechos del Hombre. En el tercer año, Física experimental por Brison, Berout, Wolfio; Matemáticas; Moral por Holvach y Elocuencia por Quintiliano. El catedrático de Derecho Público dio su enseñanza desde las nueve hasta las doce y media p.m.; y en otras horas daba una idea de la Historia del Derecho, Constitución y Leyes de la República. El de Medicina enseñaba tres horas por la mañana, y por la tarde, los alumnos practicaban Anatomía en el anfiteatro. También el catedrático de Medicina distribuyó la enseñanza así: en el primero y segundo año se daba Anatomía y Botánica; en el tercer año la parte clínica y visitas a hospitales.
LOS PRIMEROS CERTÁMENES PÚBLICOS
Se hicieron el 9 de febrero de 1823. Los estudiantes de gramática tradujeron la vida de Milciades en el libro de Cornelio Neponte. Los alumnos de Filosofía defendieron las primeras páginas de Murray en Inglaterra; las novelas de Federico Arreaga; lo mismo, las proposiciones de Gramática. Los niños de la Escuela Lancasteriana defendieron las materias de lectura, escritura y aritmética. Al finalizar se repartieron premios a los mejores estudiantes.
LOS PRIMEROS LIBROS DE LA BIBLIOTECA
En un inventario de los libros de la Biblioteca, que se hizo en el año 1837, se conocieron las principales obras que se utilizaban en las clases: Los 22 volúmenes de las obras de Jeremías Bentham; los 182 volúmenes de la Enciclopedia metódica universal ; las obras de Tomás Hobbes y Benjamín Constant; las “Vidas paralelas” de Plutarco; los Viajes de Humboldt y Bonpland; la Geografía universal de Pikerton; las obras de Horacio de Condillac de Cicerón; los Cursos públicos de Juan Bautista Say; el “Derecho de Gentes” de Wattel; “Derecho Canónico” de Cavalorio; “Diccionario francés” de Núñez Taboada; la “Gramática francesa” de Chantreau; el Código civil de España; el Diccionario completo de Medicina; la Historia Universal de Anquetil; “Elementos de Derecho Público” de Olmedo; la “Política sagrada” por Bossuet; la “Filosofía de la elocuencia” por Capmani y otros.
LAS RENTAS DEL COLEGIO DE BOYACÁ
Las primeras Rentas fueron las siguientes: Las capellanías fundadas en Tunja por determinadas familias, “en que se ignoren quiénes son los llamados a su goce”; los sobrantes de los propios del cabildo; donaciones o suscripciones voluntarias de los vecinos pudientes e interesados en la educación de sus hijos. De los fondos asignados por los gobernadores y cabildos; de los fondos públicos, cuando lo permitían las necesidades preferentes de la guerra y del crédito nacional.
El sobrante de rentas de los conventos suprimidos en la provincia de Tunja, deducidas las cuotas que de ellas se hubieren señalado para las escuelas de primeras letras de algunos lugares. Las cantidades que la tesorería tenía que pagar para las cátedras o escuelas establecidas en los conventos. Y por último, la suma de 80 pesos anuales que debía pagar cada joven por el año escolar que asistía dentro del Colegio. El primer Síndico del Colegio de Boyacá, (que actualmente corresponde a la Vicerrectoría Administrativa), fue nombrado el Padre franciscano Fray Tomás Matallana, quien organizó con eficacia y mucha gestión las finanzas de la institución. Otro Síndico Tesorero notable fue el Dr. Judas Tadeo Landínez, uno de los grandes financistas de la Nueva Granada, quien también fue Ministro de Hacienda, del Interior y de Relaciones Exteriores del Presidente Márquez.
LOS BIENES DEL COLEGIO DE BOYACÁ
Los edificios, los bienes muebles y riquezas de los conventos suprimidos en la Provincia de Tunja, y en especial de los Franciscanos de Monguí, de los Agustinos Calzados de Villa de Leiva, de los Agustinos Descalzos del Desierto de la Candelaria y el Convento del Santo Ecce Homo, fueron destinados al Colegio de Boyacá. Las joyas, los vasos sagrados y otras riquezas de los conventos suprimidos se destinaron para el sostenimiento de la institución.
LAS JOYAS DE LA VIRGEN DE MONGUÍ
Los Padres Franciscanos de Monguí, por intermedio del intendente de Boyacá, el Dr.José Ignacio de Márquez, entregaron las joyas de la Virgen de Monguí al Colegio de Boyacá. En estas joyas se encontraba la corona de la Virgen con 335 esmeraldas y 104 perlas finas. Según la tradición desde el siglo XVIII, las joyas de la Virgen representaban 648 esmeraldas “gotas de aceite”, 17 amatistas, 800 perlas, 744 de rostrillo, 18 rubíes, 145 máporas, 2 jacintos; mil castellanos de oro y unos 500 de plata. El Colegio de Boyacá devolvió las joyas al Convento de Monguí, pero lo real fue que desaparecieron, a pesar del concepto del Rector Fray José Antonio Chaves, quien aseguró que habían sido devueltas a dicho Convento. El Nuncio inculpó al Dr.Márquez, pero esta denuncia nunca se pudo comprobar contra el pulcro y honrado Presidente civilista.
El COLEGIO DE BOYACÁ, ENTIDAD FINANCIERA
En el siglo XIX, el Colegio acrecentó sus finanzas con los arrendamientos de sus inmuebles y con créditos a particulares. Cuando aún no existían Bancos en el país, el Colegio hacía préstamos a particulares, con cuyo crédito obtuvo intereses, que fortalecieron sus finanzas. Los créditos se hacían con garantía hipotecaria. Se recuerda que el Rector Judas Tadeo Landínez vendió la hacienda Boncita, los molinos de Fusca y 14 casas de propiedad del Colegio, por un valor de $18.217 pesos, que sirvieron como capital financiero para ser prestado a particulares solventes.
LOS PRIMEROS SUELDOS DE LOS EMPLEADOS
En el año 1823 los sueldos de los empleados eran los siguientes: el Rector ganaba $25,00 pesos mensuales; el Catedrático de Filosofía se ganaba $33,00 pesos y dos reales mensuales; el Catedrático de Gramática se ganaba $25,00 pesos mensuales; el Director de la Escuela, $32,00 pesos y dos reales mensuales. El Capellán ganaba $25,00 pesos mensuales, lo mismo que el Rector y el catedrático de gramática. El mayordomo se ganaba $8,00 pesos mensuales. En el año 1826 el Rector se ganaba $300,00 anuales; el Vicerrector lo mismo que el Rector; el Maestro de primeras letras era el que más ganaba, $500,00 pesos anuales. El catedrático de Filosofía: $400,00 pesos anuales. El catedrático de Jurisprudencia Civil, $300,00 pesos anuales. El catedrático de Gramática, $300,00 pesos anuales. El catedrático de Medicina se ganaba $250,00 pesos anuales. El Pasante Capellán, $100,00 y el Catedrático de Cánones, $00,00. En el año 1829 todos ganaban el mismo salario de $300,00 anuales, desde el Rector, el Vicerrector, los catedráticos y el Maestro de Escuela. El sueldo más bajo de $250,00, era el del Capellán.
¿CÓMO ERA TUNJA CUADO SE FUNDÓ EL COLEGIO DE BOYACÁ?
Era una ciudad patriota, de alta cultura en los conventos de las comunidades religiosas de los Dominicos, Franciscanos, Agustinos, Carmelitas y los Hermanos de San Juan de Dios que dirigían el Hospital de Tunja; los conventos de las Clarisas y de las Concepcionistas.. Una ciudad con bellas mansiones coloniales, numerosos templos, calles empedradas y de rasgos fundamentalmente religiosos. Tunja en la Independencia fue el “bastión patriota”, capital de las Provincias Unidas de la Nueva Granada en la Primera República Granadina, y la meca del Federalismo. Una ciudad que sufrió el flagelo del Régimen del Terror, pues sus grandes hombres como los gobernadores José Cayetano Vásquez y Juan Nepomuceno Niño fueron fusilados en el célebre “Paredón de los Mártires” el 29 de noviembre de 1816. Tunja dio el apoyo al Libertador Simón Bolívar en la Campaña Admirable y colaboró decisivamente con el Ejército patriota en la Campaña Libertadora de 1819. En su jurisdicción se realizó la Batalla de Boyacá, la primera que inició los triunfos americanos, contra la dominación colonial.
El Libertador la llamó “Cuna y Taller de la Libertad”. En 1822 cuando se fundó el Colegio de Boyacá, era Intendente del Departamento el General Pedro Fortoul. Las principales familias tenían sus haciendas en diversos lugares campestres de los pueblos vecinos. Eran famosas las haciendas de Sotaquirá, Toca, Chivatá, Tuta, Icabuco y otras. La vida cotidiana era monótona, alterada con alguna frecuencia por las fiestas religiosas, procesiones, desfiles y actos conmemorativos en honor a los Libertadores. La independencia transmitió las influencias inglesa y francesa en las costumbres, especialmente en la alegría de los saraos y fiestas campestres. Los nuevos aires musicales eran: el vals, la contradanza, el shiotis, la zarabanda y otros. Tunja se destacaba a nivel nacional como una
ciudad de “alta cultura”.
LA NUEVA FILOSOFÍA REPUBLICANA DE LA EDUCACIÓN
Los Libertadores plantearon la urgencia de tener una educación formal para las mayorías y la necesidad de llegar a la meta de una educación universal, oficial, libre y obligatoria. La formación de ciudadanos libres en un estado democrático y necesitado de unidad nacional. Las nuevas generaciones republicanas se debían formar con valores de identidad nacional.
La educación se consideraba como una fuente necesaria para fomentar la unidad nacional, la cohesión natural de los hombres que tienen un pasado común, y la formación de ciudadanos conocedores de sus derechos y obligaciones. Se consideraba necesaria la popularización de la educación para organizar democráticamente los nuevos Estados Nacionales que aparecían ante el mundo, con un futuro de gran prosperidad.
LOS COLEGIOS SANTANDERINOS
Con la nueva filosofía republicana se crearon los llamados Colegios Santanderinos, como instituciones de carácter oficial, republicana, con grandes facilidades para el estudio de las mayorías, y en especial de las gentes pobres, que antes no tenían acceso a los estudios de educación media y universitaria. Se crearon los siguientes Colegios santanderinos:
Colegio de Boyacá, en Tunja, fundado el 17 de mayo del año 1822. Colegio de Antioquia, en Medellín, fundado el 9 de octubre del año 1822.
Colegio de San Simón, en Ibagué, fundado el 21 de diciembre del año 1822.
Colegio de Santa Librada, en Cali, fundado el 29 de enero de 1823. Casa de Educación de Pamplona. Creada el 5 de marzo de 1823.
Casa de Educación de Valencia. Fundada en Valencia (Venezuela), el 15 de abril de 1823 Casa de Educación de Trujillo. Fundada en Trujillo (Ven.) el 3 de junio de 1823. Casa de Educación de Tocuyo. Creada el 10 de septiembre de 1823.
Colegio del Istmo de Panamá. Creado en Panamá el 6 de octubre de 1823.
Colegio de Ocaña. Creado en Ocaña el 17 de mayo de 1824.
Colegio Académico de Buga. Creado en Buga por Santander.
Colegio de Santa Marta. Creado el 24 de mayo de 1824.
Colegio de San José de Guanentá. Creado en San Gil, el 22 de mayo de 1824.
Casa de Educación de Vélez. Fundada el 7 de julio de 1824. (Colegio Universitario de Vélez).
Colegio de Guayana. Fundado en Santo Tomás de Angostura, el 27 de octubre de 1824.
Colegio de Cumaná. Fundado en la ciudad de Cumaná, el 27 de octubre de 1824.
Colegio de Cartagena de Colombia. Creado en Cartagena el 8 de noviembre de 1824. Casa de Educación de Guanare. Fundada el 16 de mayo de 1825.
Colegio del Socorro. Fundado en la Villa del Socorro el 15 de enero de 1826 Casa de Estudios de Jesús, María y José. Aprobado por Santander en Chiquinquirá, el 24 de febrero de 1827.
Colegio de Pasto. Creado en la ciudad de Pasto, el 2 de junio de 1827.
Colegio de Imbabura. Fundado por Bolívar en Ibarra (Ecuador), el 16 de febrero de 1828.
Colegio de Mompós. Fundado por Bolívar el 11 de enero de 1830, sobre el antiguo colegio colonial. Colegio de la Merced. Fundado por el Presidente Márquez el 30 de mayo de 1832, para la educación de las mujeres.
Colegio de Santa Librada de Neiva. Creado por el Presidente Márquez, el 23 de mayo de 1837.
Colegio Académico de Cartago. Fundado por el Presidente Márquez, el 5 de septiembre de 1839.
LA CÁTEDRA DE DERECHO EN EL COLEGIO DE BOYACÁ.
Fue la primera institución educativa que estableció la cátedra de Derecho en la vida republicana nacional, pues ella solamente existía en los Reales Colegios Mayores del Rosario y de San Bartolomé, en Santafé de Bogotá. El 21 de mayo de 1825, se fundó la cátedra de Derecho civil, la primera de carácter universitario que se estableció en este colegio santanderino. El primer catedrático de Derecho Civil que nombró el Vicepresidente Santander fue el Doctor José Ignacio de Márquez, mediante el Decreto del 22 de mayo de 1825, antes de la creación de la Universidad de Boyacá.
LA CÁTEDRA DE MEDICINA.
Fue la segunda cátedra universitaria que se estableció en el Colegio de Boyacá. Uno de los primeros catedráticos fue el médico Dr.Juan Gualberto Gutiérrez, quien atendió en sus últimos días al Precursor Antonio Nariño y fue el galeno que asistió a los heridos en la Batalla de Boyacá.
CREACIÓN DE UNIVERSIDAD DE BOYACÁ
En la reorganización de la Instrucción Pública que se hizo en la Gran Colombia, mediante la Ley del 18 de marzo de 1826, se dispuso el establecimiento de Universidades Centrales en Bogotá, Caracas y Quito; y las universidades seccionales:
Universidad de Boyacá, en Tunja, anexa al Colegio de Boyacá; la Universidad del Cauca en Popayán y la Universidad del Magdalena en Cartagena de Indias. Mediante el Decreto Nacional del 30 de mayo de 1827, firmado por el Vicepresidente Francisco de Paula Santander, se fundó la UNIVERSIDAD DE BOYACÁ, alrededor del Colegio de Boyacá. El Dr. José Ignacio de Márquez fue nombrado primer Rector, pero su dedicación a las actividades políticas y otros motivos personales le impidieron la aceptación en forma definitiva para este honroso cargo, después de haber dado los primeros pasos para la organización universitaria.
El Dr. Márquez fue quien solicitó la creación de la Universidad en el Colegio de Boyacá en Tunja. El Rector titular que se nombró fue el doctor Bernardo María de la Mota, con quien se instaló solemnemente la Universidad de Boyacá, el 8 de diciembre de 1827, en el antiguo Convento de San Agustín. El Libertador Simón Bolívar expidió el Decreto del 5 de enero de 1828, mediante el cual se organizó la Universidad de Boyacá, integrada con el Colegio de Boyacá. Se aprobó que el rector y el vicerrector de la Universidad, fueran también del Colegio de Boyacá. El Libertador nombró los primeros catedráticos de la Universidad de Boyacá.
LAS CARRERAS
La carrera de Jurisprudencia en la Universidad de Boyacá tenía una duración de cinco años. Los cursos de mayor intensidad eran los de Derecho constitucional, Derecho civil patrio, Derecho romano, Derecho canónico y Economía política.
El Libertador Simón Bolívar nombró los primeros Profesores; Juan Nepomuceno Riaño, Inocencio Vargas, Bernardo de la Motta y otros. Los primeros alumnos que fueron titulados en Jurisprudencia en la Universidad de Boyacá fueron Mariano Ospina Rodríguez y Juan Nepomuceno Duque.
Es digno recordar que los fundadores de los partidos políticos colombianos están relacionados con el Colegio de Boyacá. El Dr. Mariano Ospina Rodríguez, fundador del Partido Conservador colombiano, fue el primer alumno que se graduó en Jurisprudencia en la Universidad de Boyacá en el año 1828. El Dr. Ezequiel Rojas, natural de Miraflores y Profesor de Derecho Civil en el Colegio de Boyacá en 1833, fue el fundador del Partido Liberal Colombiano. Autor de las obras “Filosofía Moral”, “Tres lecciones de Filosofía”, “Derecho de propiedad” y otras. Fue senador de la República, Ministro de Hacienda y diplomático..
LAS POLÉMICAS ENTRE
BENTHAMISTAS Y ANTI-BENTHAMISTAS
En la Facultad de Jurisprudencia se presentaron las polémicas entre los partidarios de las doctrinas de Bentham y sus opositores. Los Benthamistas, como el Dr. Ezequiel Rojas, consideraron que estas doctrinas organizan la legislación en forma útil, sencilla y eficaz, con verdadera lógica para la organización de los nuevos Estados nacionales republicanos. Los antibenthamistas, como el Dr. Ricardo de la Parra, consideraron que el Benthamismo al propiciar el bienestar de las mayorías y el sensualismo estaba contra la moral y el orden en la sociedad.
En 1828, Bolívar ante las presiones del clero y de los padres de familia suspendió la enseñanza de Bentham en la Universidad de Boyacá y en las demás Universidades de la Gran Colombia. En el año 1828, el Libertador Simón Bolívar ante las presiones del Clero y de los Padres de Familia, suspendió la enseñanza con las obras de Jeremías Bentham en la Universidad de Boyacá y en las
demás Universidades de la Gran Colombia. Sin embargo, en el año 1835, nuevamente el Presidente Santander estableció la cátedra de Legislación de Bentham en las Universidades de la Nueva Granada.
LA PRIMERA CRISIS QUE TUVO EL COLEGIO DE BOYACÁ
Fue en el año 1830, debido a las dificultades económicas en un país en crisis, precisamente en el año de la desintegración de la Gran Colombia. El General Domingo Caicedo, Vicepresidente de la República, encargado del Poder Ejecutivo, expidió el Decreto del 25 de mayo de 1830, por el cual se encargó el Colegio Académico de Boyacá a los Padres Agustinos Calzados.
El Presidente de la República General Rafael Urdaneta, mediante el Decreto del 9 de diciembre de 1830, restableció el Convento de los Agustinos Calzados de Tunja. Se anularon las leyes de 1821 y 1826 que ordenaban la supresión de los Conventos menores. Por ello se entregó el Colegio de Boyacá los Padres Agustinos. Esta comunidad religiosa regentó el Colegio de Boyacá en los años 1830 y 1831..
Reanudación de las actividades académicas.
En el año 1832 se reanudaron las actividades académicas del Colegio de Boyacá, con la Rectoría del Fray Rafael Antonio Solano. El pueblo tunjano expresó su júbilo por la restauración del Colegio de Boyacá. Mediante el Decreto del 22 de octubre del año 1832, la Cámara de la Provincia de Tunja, presidida por el Dr. Ezequiel Rojas, ordenó restablecer y reorganizas el Colegio de Boyacá. En marzo de 1833, el Colegio de Boyacá tenía 42 estudiantes en clase de latinidad, retórica y castellano, presidida por el señor José Antonio Umaña; 20 estudiantes en la cátedra de filosofía, dirigida por Fray Nicolás Matallana; 9 en la de medicina, dirigida por el Dr.Juan Gualberto Gutiérrez, y 9 en Derecho, dirigida por Juan Nepomuceno Vargas. Entre los estudiantes de esa época se destacaron: Lucas Caballero, Santos Gutiérrez, David Torres, Antonio Valderrama, Pioquinto Márquez, José María Malo Blanco, Narciso Torres y otros.
El Rector Judas Tadeo Landínez.
Fue uno de los Rectores brillantes de la primera mitad del siglo XIX. Dirigió el Colegio y la Universidad de Boyacá entre los años 1835 y 1838. Fue Profesor de Economía Política de la misma y su Síndico Tesorero. Posteriormente fue ministro del Interior y de Relaciones Exteriores en el gobierno del Presidente José Ignacio de Márquez. En los años de su Rectoría tenía cerca de 200 alumnos; sus bienes eran considerables y las carreras de Derecho, Medicina y Filosofía y Letras eran las que se impartían en la educación superior. Landínez, quien era natural de Samacá, organizó el Colegio de Boyacá en sus estructuras académicas y administrativas y lo trasladó a la actual sede central que era el antiguo claustro de los Jesuitas. Fue un gran financista de la Nueva Granada, que inclusive le prestó recursos financieros al gobierno de Márquez para sus gastos estatales. Sin embargo, fue muy célebre “la quiebra económica de Landínez”,
después de la Guerra de los Supremos en los años 1840 y 1841..
Traslado del Colegio de Boyacá a la actual sede central
En el año 1835, el Gobierno nacional decidió trasladar el Colegio de Boyacá y la Universidad de Boyacá a la casa antigua del Convento de los Jesuitas, en donde actualmente es la sede central del COLBOY. En este edificio se ubicaba el Hospital de Caridad de Tunja dirigido por los padres Hospitalarios de San Juan de Dios, quienes lo habían ocupado desde el año 1777.
El Convento de los Jesuitas, hoy la sede central del COLBOY.
Los Jesuitas llegaron a Tunja en el siglo XVII y tuvieron su influencia hasta el año 1767 cuando fueron expulsados mediante la Pragmática Sanción del Rey de España Carlos III. Los jesuitas comenzaron sus actividades en Tunja en el año 1613, cuando se inició el Noviciado, en el cual estuvo San Pedro Claver (1580-1654) en su año de probación en 1614. Los Jesuitas construyeron el Convento y el Templo de San Ignacio en la primera mitad del siglo XVII. Su arquitecto inicial fue el Hermano Pedro Pérez. El primer Rector fue el jesuita Gonzalo Núñez; el último Rector fue el padre Domingo Irisarri, en el año 1767 cuando los jesuitas fueron expulsados.
El convento estuvo abandonado durante 10 años entre 1767 y 1777, cuando fue trasladado el Hospital de Caridad de Tunja, dirigido por los Padres de San Juan de Dios. Allí estuvo el Hospital hasta el año 1835 cuando la casa del convento pasó a ser propiedad del Colegio de Boyacá, en donde se trasladaron los estudios del Colegio y la Universidad. La institución le hizo un homenaje a San Pedro Claver, el patrono de las Misiones y el defensor de los derechos humanos, en el año 1954, con motivo de la conmemoración de los 300 años de su muerte.
El Tesoro de los Jesuitas
En un lugar del edificio central del Colegio de Boyacá, que aún no se ha encontrado, los Jesuitas escondieron su Tesoro de joyas sagradas, custodias, cálices, vasos sagrados de valor incalculable, cuando fueron expulsados de Tunja el 1° de agosto del año 1767. Los tunjanos de finales del siglo XVIII buscaron con ahínco el tesoro, cuando el edificio central estuvo abandonado durante los 10 años que siguieron a la expulsión. Se escuchan ruidos estruendosos en algunos salones del Colegio en horas avanzadas de la noche, que parece que se desploman muchos pupitres y sillas. Asimismo, golpes en las puertas, objetos que se caen, cuadros que se mueven o cambian de posición, etc. Todo ello con mucho pavor para los que han escuchado estos ruidos extraños.
La segunda crisis del medio siglo.
A partir de la Reforma educativa de 1842, con las ideas tradicionalistas en defensa del orden y la Iglesia Católica, se fueron cambiando las ideas educativas la educación pública y oficial. Los colegios financiados por la Nación pasaron a la dirección de los departamentos; y únicamente fueron aprobados tres distritos universitarios con tres Universidades oficiales: Bogotá, Cartagena y Popayán. Tunja fue asignada al Distrito universitario de Bogotá. Se aprobaron las carreras de Literatura y filosofía; Ciencias físicas y matemáticas, medicina, jurisprudencia y Ciencias Eclesiásticas.
El Colegio de Boyacá logró mantener su estructura académica y financiera con sus propios recursos y los oficiales, pero tuvo que suspender las cátedras de medicina y teología. Continuó con las cátedras de jurisprudencia, ciencias físicas y matemáticas, filosofía y literatura y la escuela de primeras letras. En los años 1848 y 1849 se inició el proceso de privatización de la enseñanza, contra las ideas santanderinas de la educación pública.
Supresión de las Universidades y la Libertad de enseñanza.
La Ley del 15 de mayo de 1859 suprimió las Universidades oficiales y declaró la libertad de enseñanza en todos los ramos de las ciencias, las letras y las artes. Se dispuso que los grados o títulos académicos no fueran necesarios para ejercer profesiones científicas. Las personas podían tener títulos profesionales, presentando exámenes en los Colegios nacionales, provinciales o particulares. Se eliminaron los derechos de grado. Se estableció que la enseñanza no era privativa solamente de los colegios y universidades sino que, cualquier persona que se considerase capaz de impartirla, tenía derecho a hacerlo. Ello repercutió en la disminución de los alumnos en el Colegio de Boyacá, uniéndose a ello el problema de las Guerras Civiles, en las cuales la institución estuvo cerrada, especialmente en las Guerras de 1840-42, la Guerra de 1851, la Guerra de 1854 y la de 1860-1862. Numerosos profesores y estudiantes se incorporaron
a los bandos políticos para enfrentarse en las guerras.
Los Rectores del Colegio de Boyacá en la primera mitad del siglo XIX
Desde su fundación en 1822. En la primera mitad del siglo XIX, destacamos los siguientes Rectores del Colegio de Boyacá: Fray José Antonio Cháves (1822-1823). Pbro. Miguel Jerónimo Montañés (1825). Fray Antonio Cháves (1826-1827).
Dr. José Ignacio de Márquez (1827). Pbro. Bernardo María Motta (1828-1829). Pbro. Juan Nepomuceno Riaño (1829). Padres Agustinos Calzados (1830-1831). Pbro. Rafael Antonio Solano (1832). Pbro. Juan Nepomuceno Riaño (1833 a 1835).
Don José Antonio Umaña (1834). Dr. Judas Tadeo Landínez (1835 a 1838). Dr. Pedro Cortés Holguín (1838 a 1841). Pbro. Francisco María Zabala (1841-1843). Don Rafael Calderón Valdés (1843 y 1847). Don Juan Nepomuceno Rojas (1844 y 1853). Dr. Pedro Cortés Holguín (1845 a 1847). Don José Narciso Gómez Valdés (1848), Don Miguel Estanislao La Rotta (1848-1849). Don Fruto Vêlez (1849). Don Ignacio Franco Pinzón (1850). Don Camilo Rivadeneira (1850).
El Romanticismo en el Colegio de Boyacá.
Después de la Revolución de Independencia, el Romanticismo se difundió en el mundo post-revolucionario. Sus ideas fueron afirmar la personalidad nacional y el orgullo patriótico, destacar los actos heroicos de los próceres que derramaron su sangre por la patria, supravalorar la raza americana y la naturaleza y relievar la belleza de sus paisajes. El Rector del Colegio de Boyacá de los años 1858 y 1859, el poeta José Joaquín Ortiz (1814-1892) se destacó por su romanticismo patriótico y la belleza romántica de su poesía y prosa, destacando su célebre poesía “La Bandera colombiana” y su libro “El Lector colombiano”. Otro poeta romántico del Colegio de Boyacá fue su Rector del año 1880, el poeta Enrique
Álvarez Bonilla (1848-1913), autor de las obras “Glorias de la Patria”, “Horas de recogimiento”, “Santa Fe Redimida” y otras.